
Derivado de la investigación se caracterizaron y ubicaron cronológicamente los paleosuelos del Pleistoceno tardío/Holoceno temprano y medio (entre 30 ka Cal AP a 4.2 ka Cal AP) identificados y descritos en trabajos previos en los sitios arqueológicos El Arenoso (Terrazas, 2007 Terrazas y Benavente, 2013) y La Playa (Carpenter, et al., 2003 y 2005 Copeland et al., 2012), así como en secuencias pedosedimentarias expuestas por cortes de carretera en Magdalena de Kino y el Rancho Los Alamitos, que muestran dos tendencias de pedogénesis para este periodo. Esa información se complementó con el análisis de otros indicadores paleoambientales, como los isótopos estables de carbono y la asociación faunística. Ello permitió identificar los paleosuelos del Pleistoceno y diferenciarlos de los suelos del Holoceno, con lo que se pudo establecer la variabilidad espacial de la cubierta pedológica de finales del Pleistoceno. Como parte del estudio, se caracterizaron las propiedades físicas y químicas de los paleosuelos que constituyen la memoria del suelo y que permitieron inferir sus ambientes de formación. Sin embargo, la información derivada del estudio de los paleosuelos del sitio arqueológico La Playa indicó condiciones más secas, por lo que se realizó un estudio a nivel regional para establecer las condiciones paleoambientales regionales.

Las inferencias paleoambientales para las regiones aledañas indican que durante ese periodo predominaron los climas templados, que habrían constituido el hábitat de los primero pobladores y de la fauna pleistocénica en la región. Investigaciones de los últimos 15 años en el NW de Sonora, en sitios como El Arenoso (Terrazas, 2007 Terrazas y Benavente, 2013), La Playa (Carpenter et al., 2003 y 2005), Fin del Mundo (Sánchez, 2010 Sánchez et al., 2014), El Bajío y El Áigame (Gaines et al., 2009 Sánchez, 2010) han dejado de manifiesto que grupos humanos comenzaron a habitar esta región desde finales del Pleistoceno.
